jueves, 7 de agosto de 2008

sally


Sally era heterosexual. Es más, estaba en una época de “péguele a todo lo que se mueva” (y haga pis parado). Pero nada la conformaba.
Una de sus amigas sospechaba que su novio le metía los cuernos y que se comunicaba con su amante vía chat. Sin dudarlo ni un segundo, Sally se metió con un alias en el chat de Terra –supuesto ámbito del infiel-.
Harta de ver que el novio de su amiga (alias “donjuanete”) no apareciera, le dio por ir investigando qué otros chat-rooms se ofrecían.
“Lesbianas” decía un cartelito tentador. Y bueh, es lo único que me falta probar, pensó.
A los pocos minutos le llega un “hola” de una tal Lapipi.
Momento crucial. ¿responder o no responder, esa es la cuestión?
Y Sally, impersonating Paula, respondió.
Saludos van, saludos vienen se fueron conociendo. Por dos meses, aunque no fijaban momento de encuentro, se fueron encontrando para chatear. Supieron sus nombres, sus intereses. Supieron que ambas eran (hasta el momento) heterosexuales. O que sólo habían tenido relaciones con varones, ya que una heterosexual no se desvela por escribirle palabras de amor a otra mujer.
Llegó el momento de conocerse. Sally (Lapipi) viajaría a buenos Aires para conocer a Sally (Paula). Eran las 12 del mediodía cuando llamó a la puerta de su casa. Eran las 12 del mediodía cuando se vieron por primera vez. Eran las 12. Las 12 del mediodía cuando se dieron el primer beso en la mejilla. Eran las 12 del mediodía cuando se dieron el primer abrazo ni bien cerraron la puerta de calle.
Sally (P) casi no podía mirar a los ojos a Sally (L). Ella sabía que esa Sally era para ella. ¿Cómo enfrentarlo? También sabía que ella todavía convivía con su marido de los últimos 10 años. Todo un detalle.
Sally (P) fue la que viajó el siguiente fin de semana. Vieron una película de dibujos animados desde la última fila del cine. Se dieron la mano. Se dieron un beso.
Semanas más tarde (nota de la autora: nunca me expliqué cómo hicieron para aguantar tanto tiempo), Sally (L) volvió a casa de Sally (P). La dueña de casa le propuso un masaje. Sally se sentó en el sofá y le ofreció su espalda. Pero en la cama, aclaró Sally (P). Y allí se encontraron finalmente. Y ya era hora.
Sally y Sally se adoraron. Se preguntaron cómo siendo ambas tan heterosexuales estaba tan enamoradas. Sally (L) dejó su casa y su marido con apenas tres pares de medias, una camiseta y dos pañuelos. Se vino a vivir a Buenos Aires. Con el tiempo, compartió casa, heladera y baño con su amada Sally (P).
Hoy construyen una casa compartida en la playa y están criando una hermosísima cachorra china (mi ahijada, modestamente).
Sally (P) todavía dice que es una lesbiana “nuevita” aunque ama a su mujer desde hace más de 5 años, Sally (L) le propone casamiento (y yo intuyo que también seré la madrina y ya preparo el vestido largo. Modestamente).
Sally y Sally se aman.
Ellas son encantadoras.
Y son mis amigas queridas.
Modestamente.

historia sacada de: http://culturalesbiana.blogsome.com/

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