martes, 15 de mayo de 2012
UN SUEÑO HECHO REALIDAD
Cuando uno habla de su vida, lo primero que recuerda es su infancia, la belleza de aquellos años en los cuales la única preocupación es jugar y correr libres antes de que llegue la noche y tener que ir a dormir.
Para mí ese momento era el mejor, cuando cerraba los ojos podía soñar con una vida llena de alegrías, sin dolor ni sufrimiento, sin castigos ni trabajo duro. Poder imaginar una vida normal era mi gran tesoro, algo que nadie me podía quitar.
Eso era lo que me ayudaba a levantarme cada día en aquel lugar frío y sucio. Me obligaban a trabajar de sol a sol aún siendo muy joven, eso no parecía importarle a aquel horrible hombre.
Todo estaba lleno de oscuridad, hasta que vi un hilo de luz cuando ella se acercó a mí. Me miraba desde lejos desde hacía tiempo, su cara me inspiraba tranquilidad y confianza.
Una tarde se acercó a mí pero la apartaron rápido, aquel hombre no quería que estuviera a mi lado. Creo que temía que pudiera hacerle daño, pero ella sabía que nunca lo haría.
Pero al fin, un día de primavera, se sentó a mi lado, me acarició y antes de irse corriendo, me susurró dulcemente al oído:
- Yo te salvaré.
Y con una gran sonrisa se fue.
Desde ese día, no pude parar de pensar en aquellas tres palabras y deseaba con toda mi alma que fueran ciertas, que por una vez me dijeran algo que fuera verdad.
Pasaron los días y no la encontraba, esperaba cada día bajo aquel árbol en el que me dijo aquello sin perder la esperanza.
Semanas más tarde, mi amo murió, por fin sentí como las cadenas que me ataban desaparecían, pero a la vez me sentí muy solo. Para mi sorpresa, la vi a lo lejos como venía corriendo hacía mi. Me abrazó, y por primera vez en mi vida, me sentí a salvo y seguro. Me sentí fuerte y decidido.
Me dijo que la acompañara, que teníamos que irnos a casa, a nuestra casa.
No entendía nada, hasta que me miró a los ojos y me dijo con una gran sonrisa:
- Te dije que te salvaría.
Me fije en algo que llevaba colgado en el cuello. Se lo quitó y me lo regaló mientras me decía que era un símbolo celta y que para ella era su amuleto de la suerte. Era mi primer regalo.
Desde aquel momento, soy feliz, estoy tranquilo en un lugar al que puedo llamar hogar, todo verde y grande donde poder correr y descansar sin miedo. Ya no tengo frío.
Todo lo que me dijo fue verdad, cumplió su promesa.
Se llama Marina, es mi nueva dueña aunque ella dice que somos hermanos. Me llama Danko, me encanta mi nombre porque me recuerda a mi nueva vida.
Esta es la historia de cómo los sueños se hacen realidad, y llegan de la mano de quien menos lo esperas.
Es la historia de un burro feliz.
Gloria Marín
13 – mayo – 2012
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